Hay veces, contadas, en que el precio que antes nos pareció excesivo, luego pasa a ser una ganga. Hay canciones que te dan esperanza, fuerza y compañía. Hay personas que, con un solo roce, te dejan temblando. Hay momentos que te graban a fuego el seso.
...Hay noches que no se olvidan…
Esa noche fue una de esas. Ya está grabada en mis sentidos: en mis oídos retumba su voz; en mi mejilla su leve beso; en mis ojos, como un oasis, su visión… mentiría si digo que me quedó su olor, pero creo que puedo imaginarlo, y no sería pecado. Del gusto ni hablar: pero basta la dulzura de su presencia. Pero la memoria es frágil de todos modos. Por eso confío en que, registrando en palabras esto -esto tan mío ahora – y compartiéndolo con la gente que yo creo que puede dimensionar lo que siento… no muera. Que me ayuden a recordar lo que de todas formas no pienso olvidar.
18 de abril del 2006. 21 hrs. Teatro Oriente.
Ismael Serrano en Concierto. (Foto 1)
¿Dónde estaba yo? Claramente, en la puerta, con mi entrada en mano, disimulando la ansiedad de la espera y amortiguando el atraso en mis labores, con la lectura de un texto pertinente. Dieron las 20:30. Entré. Cortaron mi boleto. Me dijeron que mi asiento estaba arriba. Ya iba yo rumiando que aquel bello día de septiembre me costó 8 lucas tenerlo a menos de 10 metros, y ahora pagaba 12 por verlo chiquito, a lo lejos, donde claramente el zoom de mi cámara no alcanzaba eficientemente.
Rápidamente, al tomar asiento, las quejas se borraron por la emoción, siempre mayoritaria, de vivir aquella experiencia nuevamente: reír con sus bromas, reflexionar con los temas propuestos desde la sencillez, llorar con esas trovas que ¡paf! me transportan a algún recuerdo feliz, pero lejano (y como tal, nostálgico). Y es que este tipo no sólo te regala una música linda.
“Ya nada es lo que era” (de su último disco “Naves Ardiendo más allá de Orión”) abre el espectáculo. Serrano se entrega, como siempre. Se contorsiona al ritmo que propone la melodía, el sentimiento. Y continuó la velada con canciones recientes, de antaño, una de Silvio (Rabo de nube), alguna exclusiva (sobre el cine de su infancia). Bellísima. Intensa. Me dio un poco de pena/rabia estar ultra rodeada de parejas acarameladas. Había de todo en verdad: familias, minas embobadas, viejos; gente sola y en grupo, etc. Es que el españolito conquista sin miramientos: no distingue edades, ni sexo, ni situaciones, ni historias precedentes. Aunque si podría aceptarse un sesgo en cuanto a la tendencia política (de hecho, notablemente izquierdista).
(fotos 2 y 3)
Después de una hora y algo (que se fue como agua) fue el primer adiós de Serrano. A gritos lo hicimos volver. Así mismo como 3 veces. Para la 4ª se nos puso exigente… estuvimos entre 10 y 15 minutos hinchando - ¡ISMAEL! clap! clap! clap! ¡ISMAEL! clap! clap! clap! (se repite sucesivamente)- Y volvió, claro, agradecido de su público (o temeroso de un posible linchamiento, si no regresaba)
00:30. Fin definitivo del concierto. Al visualizar un grupo considerable de jóvenes a un lado del escenario, supuse que se trataría de un fans club bien constituido, con arreglos para verlo y todo. Así que bajé rauda para ver si me podía colar.
Estuvimos ahí hasta que nos echaron del sector de las butacas. En el pasillo nos quedamos esperando, tratando de engrupirnos a los guardias, etc. De pronto, una mujer rubia, simpaticona y con caminar seguro nos dijo que Ismael estaba cansado y que no iba a poder a recibirnos. Una mina le dijo si le podía llevar una foto para que la firmara. Nada de tonta, pasé mi CD.
Y volvió la señora. Con la carátula de mi CD así:
“Paula, besos, tu frase el vértigo…”
(Foto 4)
Con eso, yo me daba por satisfecha. Después nos corrieron definitivamente a la calle. Con el mismo grupo de personas, por algún motivo, nos impulsamos los unos a los otros a seguir jodiendo para verlo. Nos fuimos a la puerta de atrás del teatro. En ese trayecto conocí a una nueva amiga, tanto o MÁS fanática que yo (debo reconocerlo). Se llama Javiera y gracias a ella fue posible el registro final: LA FOTO (te pasaste, Javi!).
Luego de contarnos la vida afuera de esa bendita puerta, enervantemente inmóvil, por fin se abrió, y en medio de un montón de asesores y personas varias, estaba ÉL… sencillo, curiosamente hermoso… tan al alcance, tan divinamente terrenal. Mientras yo estaba pegada en esa visión, no faltaron las histéricas que se les lanzaron encima.
¿Cómo ser prudente?
¿Cómo lograr ser especial en medio de un rebaño más de seguidores?
¿Cómo lograr un espacio en su memoria?
¿Cómo decirle cuánto me ha acompañado,
cómo siento mi vida en sus canciones?
¿Qué decir?... decir…
Me puse las pilas y fuimos con la Javi a luchar por lo nuestro. Me agarré de su brazo, toqué su chaqueta, sentí su calorcito (efectivamente es humano). Finalmente, le hablé y le pedí su autógrafo:
- ¿Y esto para quién es? – Dijo con su voz intensamente grave
- Para Paula - contesté con un comprensible hilo de voz.
"Besos para Paula"
(foto 5)
Sonreí embobada y pensé: Qué mayor prueba de que “El que la sigue la consigue”. Le pedí una foto. Me abrazó. Sonreímos (él por cortesía, yo de alucinada). Se disparó un flash que no era el de la cámara de la Javiera. Comenzábamos a separarnos cuando se disparó el de la de ella. Pero da igual, quizás no salimos juntitos juntitos, pero gané su mirada dulce sobre mí. Se despidió con un besito. Siguió su camino y fue devorado junto con toda su comitiva por el furgón que lo esperaba. Y se fue. Quizás hasta cuándo. Será un año, serán dos. Quizás cuántas cosas pasen por mi mientras lo espero. Nos vemos Ismael Serrano!
Y esa es la historia. Y aquí está la foto de la victoria.
"LA" FOTO:
YO CONOCÍ A ISMAEL SERRANO.
FIN