viernes, octubre 07, 2005

Iba yo por la vida subterránea santiaguina, descendiendo aún más para alcanzar el trencito verde... cuando una aparición interrumpió mi monotonía.
Sin esfuerzo, comencé a reír. Como cuando te encuentras con alguien que creías perdido, un viejo amigo al que extrañabas, al que quisieras hacer parte de tu cotidianidad.
Y ese día, ahi estaba él, con su amplia sonrisa en una nueva muestra de su grandeza espiritual y apertura de mente.
Y bueno, ahí está todavía, iluminando mi recorrido... hasta que a los publicistas del Metro se les ocurra cambiarme el cartel.

1 comentario:

J. dijo...

wena wena wena...

sorpresivo...
creativo...
sincero...