domingo, marzo 12, 2006

Una tarde dominguera...


Domingo. Como nunca el metro está agitado. Olas humanas se derraman sobre los vagones con un solo destino: Moneda.
Se avivan las comparsas. Niños que juegan, banderas expectantes por desplegarse y gritar al viento ESTOY CONTIGO. Se siente la fe en el aire. Todos estamos contentos, en espera de ver a Chile pintado en clave Muñoz-Vera. Yo ansío la pared del mar; esas olas quietas que regalan hasta el sonido costero en mis recuerdos... cada atardecer, allá, lejos...
Llegamos. Se vacía el trencito, salvo por algunos ajenos a esta gente alegre que va con el pecho hinchado a celebrar que esta vez si tuvieron voz y voto, que fueron escuchado, que no fue en vano.
Y aunque de todas formas, nadie nos borra el miedo a que todo siga igual, también hay esperanza. Eso nos regalaron ese domingo... por Chile, por la gente... ya lo saben.

No hay comentarios.: